Por qué aparece la hiperpaternidad, consecuencias y cómo evitarla
El nuevo modelo de crianza de los niños implica resolver todos los problemas por ellos y tomar las decisiones en su lugar, incluso las más intrascendentes.
Hemos pasado del modelo autoritario que usaban nuestros abuelos a un modelo sobreprotector basado en una atención excesiva y una hiperestimulación.
Muchos padres creen que así protegen a sus hijos pero en realidad solo consiguen criar a niños dependientes y temerosos, que no son capaces de defenderse por sí mismos ni plantearse metas. Eva Millet, una periodista que recientemente ha publicado el libro “Hiperpaternidad: Del modelo mueble al modelo altar”, sostiene la tesis de que se nos ha ido la mano y hemos pasado de no prestarles atención a los niños a colocarlos en un altar y darles todo lo que desean justo cuando lo desean.
¿Por qué aparece la hiperpaternidad?
La hiperpaternidad está determinada por diferentes factores. En primer lugar, influye el hecho de que las familias sean cada vez más pequeñas y los padres tengan a sus hijos cada vez más tarde, a veces después de haber pasado por diferentes tratamientos de fertilidad, por lo que los niños terminan convirtiéndose en una especie de “posesión” extremadamente valiosa.
Por otra parte, la presión de la sociedad sobre los padres es mucho mayor que hace décadas. Términos como “maltrato psicológico”, “apego inseguro” y “padres distantes emocionalmente” han hecho mella, de forma que puede parecernos que cualquier cuidado es poco.
Así, algunos padres aspiran a ser progenitores perfectos y a que sus hijos sean brillantes, por lo que terminan volcando una atención excesiva sobre sus hijos y asumen el rol de guardianes. Como consecuencia, viven exclusivamente por y para sus pequeños.
Las consecuencias de la hiperpaternidad en padres e hijos
Intentar ser padres “perfectos” en todo momento es extremadamente agotador y estresante. De hecho, un estudio presentado en la Reunión Anual de Asociación Americana de Sociología desveló que las madres sobreprotectoras, que quieren controlar todos los aspectos de la vida de sus hijos, son las que más ansiedad y depresión reportan, lo cual es perfectamente comprensible ya que cargan sobre sus hombros un peso excesivo.
Por otra parte, este estilo de crianza solo consigue generar niños inseguros y miedosos, con cero tolerancia a la frustración, incapaces de tomar decisiones por sí mismos y que no están dispuestos a asumir responsabilidades. Además, llenar su agenda con actividades extraescolares y no dejarles ni siquiera un minuto para el juego libre también es negativo. De hecho, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de East Anglia descubrió que el aburrimiento es fundamental para desarrollar el aprendizaje y la creatividad en los niños.
Educar con amor y sentido común
Es comprensible que el amor hacia los hijos despierte el instinto protector de los padres, pero todo tiene un límite. A medida que el niño crece debemos ir poniendo en práctica lo que se denomina “sana desatención”. No se trata de descuidarles sino de relajarse y dejar que el niño aprenda por sí mismo, cometiendo sus propios errores.
Para evitar la hiperpaternidad se recomienda:
– Potenciar la autonomía infantil, de forma que el pequeño aprenda poco a poco a desenvolverse por sí mismo.
– Dejar que el niño vaya tomando paulatinamente sus propias decisiones, para que desarrolle la autoconfianza.
– Dejarle tiempo para que juegue y aprenda a gestionar su tiempo libre sin tener que recurrir siempre a sus padres.
– Orientarle y motivarle pero sin estar constantemente encima del niño indicándole qué debe hacer.
– Permitirle que cometa sus propios errores, así desarrollará una mayor tolerancia a la frustración y aprenderá a resolver los problemas por sí solo.