mastitis

Mastitis: ¿Qué es y cómo se cura?

Causas, síntomas y tratamiento de la inflamación de la glándula mamaria

La mastitis o inflamación de las mamas es una alteración que afecta a entre el 2% y el 33% de las mujeres durante la lactancia, aunque puede presentarse en cualquier otro momento de la vida, de hecho, los hombres también pueden padecerla. Básicamente, se trata de una inflamación de las glándulas mamarias, un problema que puede estar causado por diferentes factores.

¿Qué provoca la mastitis?

La causa más común de la mastitis es la paralización de la leche materna dentro de los conductos galactóforos, los canales a través de los que pasa la leche materna para llegar al pezón. Lo que sucede es que al detenerse el flujo de leche, ésta comienza a acumularse dentro de los conductos, lo cual genera una gran presión sobre sus paredes provocando su ruptura y haciendo que la leche penetre en los tejidos conjuntivos circundantes, generando la inflamación de la zona.

La acumulación de leche materna en los conductos mamarios puede deberse a diferentes factores, desde una mala succión o una ingurgitación del bebé durante la lactancia, de manera que los conductos mamarios no se vacían completamente, hasta tomas muy cortas y poco frecuentes o un aumento en la producción de leche.

¿Cómo prevenirla?

Para prevenir la mastitis es bueno que alimentes a tu hijo tan amenudo como puedas, y que empieces con un pecho diferente en cada una de las tomas, ya que en la primera succión el bebé tiene más fuerza y ayuda eliminar la leche obstruida. Si una vez finalizada la toma aún tienes leche, sácala con la ayuda de un sacaleches para evitar que se acumule.

Sin embargo, esta no es la única causa de mastitis. También existen distintas bacterias que pueden provocar la inflamación de las mamas, como el Staphylococcus aureus, un tipo de germen que se introduce en el interior de las glándulas mamarias a través de la sangre o de las grietas o heridas que pueden producirse en el pezón durante la lactancia o en cualquier otra etapa de la vida.

Además, existen algunos factores que incrementan el riesgo de padecer este problema, como el tabaco. Según las estadísticas, más del 90% de los casos de mastitis se producen en mujeres fumadoras.

que es una mastitis

Los síntomas principales de la mastitis

Los síntomas que delatan una mastitis suelen ser similares a los de la gripe. De hecho, las mujeres suelen presentar:

  • Sensación de debilidad, malestar generalizado y decaimiento
  • Náuseas y vómitos
  • Fiebre alta, superior a 38.5 ºC
  • Endurecimiento e inflamación en una parte de la mama, casi siempre en un solo cuadrante
  • Enrojecimiento y sobrecalentamiento en la zona afectada
  • Dolor o molestia en la mama afectada

En algunos casos también pueden presentarse abscesos y fístulas que pueden ser o no dolorosos, como resultado de la evolución del cuadro infeccioso.

¿Cuál es el tratamiento de elección de la mastitis?

El tratamiento de la mastitis varía en dependencia de si la inflamación aparece durante el período de lactancia o fuera de esta etapa. Si la mujer está dando de lactar a su bebé se suelen recomendar fármacos que inhiban la producción de prolactina y, adicionalmente, antibióticos para tratar la infección y antiinflamatorios para aliviar la hinchazón.

En estos casos también es efectivo aumentar las tomas para reducir la acumulación de leche. Realiza una ducha caliente o aplica una compresa caliente sobre el pecho antes de la toma, y una vez termines aplica compresas frías o bolsas de hielo para reducir la inflamación y el dolor. De todos modos siempre se debe consultar con el médico de cabecera.

Cuando la mastitis aparece fuera del periodo de lactancia también se prescriben antiinflamatorios y antibióticos para controlar la infección y reducir la inflamación de los tejidos. A veces se recomiendan antipiréticos para bajar la fiebre o analgésicos para aliviar el dolor.

En ambos casos, se recomienda mantener reposo, al menos durante las primeras 24 a 48 horas. Cuando se producen abscesos o fístulas, es imprescindible acudir al médico para someterse a una punción y extraer el pus o la leche acumulada. Si la fístula o el absceso se han endurecido, es probable que sea necesario realizar una intervención quirúrgica.

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