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Consideraciones generales
La dermatitis atópica, conocida también como eccema, es un trastorno crónico de la piel que consiste en la aparición de lesiones rojizas, enrojecimiento, picor intenso y sequedad.
Se debe a una reacción de hipersensibilidad en la piel similar a una alergia, que lleva a una inflamación prolongada. Ocasiona picazón y descamación. El rascado y la irritación prolongada pueden hacer que la piel se vuelva gruesa y que adquiera una textura similar a la del cuero.
Es más común en bebés. Las personas con dermatitis atópica a menudo tienen antecedentes de afecciones alérgicas como asma, rinitis alérgica o el mismo eccema.
A veces cambios estacionales o ambientales pueden causar un empeoramiento o mejora, al igual que los cambios hormonales. El estrés psicológico suele facilitar la aparición de un nuevo brote de dermatitis atópica o agravar el ya existente.
Síntomas
- Ampollas que supuran y forman costras
- Áreas de la piel secas y curtidas
- Secreción o sangrado del oído
- Picazón intensa
- Erupción cutánea: en niños menores de dos años, las lesiones de piel empiezan en las mejillas, los codos o las rodillas; en los adultos, la erupción afecta con más frecuencia el interior de las rodillas y los codos
- Cambios en el color de la piel con respecto al tono habitual
- Enrojecimiento o inflamación alrededor de las ampollas
Tratamiento
El tratamiento puede variar según la apariencia de las lesiones.
Cuando te duchas se debe minimizar el contacto con el agua y usarse menos jabón del usual. Después del baño, es importante atrapar la humedad en la piel aplicando una crema lubricante sobre ella mientras está húmeda, ya que la piel reseca a menudo empeora la afección.
Las lesiones exudativas (que expulsan líquido) deben tratarse con cremas hidratantes y calmantes, jabones suaves o compresas húmedas. Para curar las áreas menos severas o en proceso de cicatrización o las lesiones secas y descamativas, se recomiendan lociones suaves.
Las áreas crónicas se pueden tratar con cremas que contengan compuestos de alquitrán, medicamentos antinflamatorios potentes e ingredientes que lubriquen o suavicen la piel. El médico puede prescribir corticoides para reducir la inflamación si la infección es severa.
Prevención
Los estudios han demostrado que los niños que se alimentan con leche materna tienen menos probabilidad de desarrollar eccema.
Además, el control del estrés y la ansiedad puede ayudar a prevenirlos.
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